Otras plantas del páramo

Existen aquí otras muchas especies vegetales que, no siendo taxones protegidos, endemismos u orquídeas, constituyen también una parte fundamental del patrimonio botánico de la zona. Precisamente, son éstas las que contribuyen mayoritariamente a la configuración de las comunidades botánicas y paisajes de la Lora.

El inventario actualizado en 2021 comprende un total de 515 taxones presentes en el término de Sargentes de la Lora, aunque, a buen seguro, el catálogo definitivo habrá de llegar a las 550-600 especies como mínimo.

En realidad, las plantas no crecen aleatoriamente a lo largo y ancho del territorio, sino que, en función de sus características y preferencias vitales, tienden a agruparse en unidades o asociaciones concretas, en general bien definidas y diferenciadas, tanto por su composición florística como por su aspecto y fisonomía dentro del paisaje.

Ciñéndonos casi exclusivamente a las formaciones vegetales de estos páramos calcáreos, por encima de los 1.000 metros de altitud, destacan cuatro asociaciones o comunidades botánicas, de las que ahora hablaremos muy brevemente, mostrando algunas de sus plantas más representativas.

Todas estas comunidades quedan Incluidas en Los hábitats de interés comunitario en Castilla y León.

Manchas de encinas y/o carrascas con orla arbustiva o de matorral

Encinar achaparrado en el páramo de la Lora
Encinar achaparrado en el páramo de la Lora

En este caso, el paisaje vegetal queda configurado por grupos más o menos extensos de encinas (Quercus ilex subsp. ballota), ya sean de porte arbóreo (rara vez) o arbustivo (carrasca), junto con ejemplares dispersos o aislados de quejigo (Quercus faginea).

A estos bosquetes de quercíneas van asociados arbustos como el guillomo (Amelanchier ovalis), espinos (Rhamnus saxatilis y/o Prunus spinosa) y durillos (Spiraea hypericifolia subsp. obovata).

Entre las herbáceas se encuentran Geum sylvaticum, Paeonia officinalis, Potentilla verna, Teucrium scordium, etc.

Matorrales calcícolas de aspecto pulviniforme

Contacto del matorral pulviniforme con los pastos calcícolas a 1.020 m de altitud
Contacto del matorral pulviniforme, primer término, con los pastos calcícolas a 1.020 m de altitud.
En el matorral destaca la argoma (Genista occidentalis subsp. hispanica) de flores amarillas.

Comprende varias comunidades botánicas compuestas mayoritariamente de herbáceas perennes y plantas leñosas casi siempre postradas o rastreras – los denominados caméfitos – que ocupan una notable extensión en la plataforma calcárea de la Lora, configurando la mayor parte de lo que es el páramo «desnudo».

Arraigan en suelos muy someros y expuestos, disgregados y crioturbados por la acción del hielo y la nieve.

Aquí son mayoritarias plantas como la hierba de plata (Argyrolobium zanonii), el gamón (Asphodelus cerasiferus), la coroneta (Coronilla minima), la cañuela (Festuca hystrix), la perdiguera amarilla (Helianthemum oleandicum subsp. incanum), la arzolla de roca (Jurinea humilis), el rabillo de zorra (Koeleria vallesiana), la alcachofilla (Rhaponticum coniferum), el tomillo rastrero o serpol (Thymus praecox subsp. britannicus), además del lino blanco rastrero (Linum appressum subsp. appressum), y la zamarrilla o poleo montano (Teucrium expassum), estos dos últimos, notables endemismos ibéricos como ya se precisó anteriormente.

En muchas ocasiones, los pastos de caméfitos dan paso a comunidades prácticamente monoespecíficas del también endémico llantén Plantago monosperma subsp. discolor, mientras que, en áreas concretas, estos pastos calcícolas se muestran especialmente ricos y diversos en especies de orquídeas parameras, algunas de las cuales ya fueron citadas más arriba.

Pastos de alta montaña caliza

El término pulviniforme se refiere a la típica morfología en almohada o cojín de las matas que constituyen este tipo de matorral.

Se caracterizan por la presencia dominante de la argoma (Genista hispanica subsp. occidentalis), la gayuba (Arctostaphylos uva-ursi), el brezo (Erica vagans) y, muy localmente, la boraginácea endémica Glandora diffusa.

Las especies herbáceas pueden ser muy variadas, destacando Aphyllanthes monspeliensis, Arenaria montana, Helianthemum nummularium, Klasea nudicaulis, etc., no faltando tampoco el arbustillo antes mencionado Spiraea obovata.

Se identifican estos matorrales con la etapa de sustitución o degradación de los encinares achaparrados, resultando ser una asociación botánica que cubre grandes extensiones del páramo de la Lora – generalmente por encima de los 1.000 metros de altitud –, situándose alrededor de los chaparrales o en áreas abiertas y despejadas sin arbolado.

En este último caso, suelen contactar con otra formación vegetal muy característica: los pastos calcícolas «parameros» (a continuación).

El equilibrio dinámico entre todas estas formaciones vegetales del páramo depende, en gran manera, del asentamiento de una cabaña ganadera de ovino de tamaño adecuado, y desde luego, en régimen extensivo.

De entrada, la herbivoría selectiva controla la proliferación excesiva del matorral y consume una gran cantidad de material potencialmente combustible, minimizando así el riesgo de incendios.

Al mismo tiempo, el ganado lanar aclara el pastizal y monte bajo, creando calveros que pueden ser colonizados por numerosas especies de plantas anuales o de ciclo corto.

Además, el ovino constituye un eficaz vehículo de expansión y distribución homogénea de semillas en el territorio de pastos.

Pastos de plantas anuales efímeras

Pastos de anuales: facies con Thrincia hispida dominante
Pastos de anuales: “facies” con Thrincia hispida dominante

Están constituidas por especies de reducido tamaño y de ciclo anual, destacando Arenaria obtusiflora subsp. ciliaris (endemismo ibérico), Androsace maxima, Bupleurum baldense, Crucianella angustifolia, Echinaria capitata, Euphorbia exigua y Neatostema apulum.

No es raro que aparezcan rodales donde predominan otras especies más ubicuas, y también anuales, como es el caso de las bonitas y delicadas asteráceas Senecio minutus y Thrincia hispida, las cuales caracterizan, con su abundancia y vistosidad, facies muy llamativas durante la floración primaveral.

La asociación representativa prefiere los suelos fragmentados, de cantos calizos sueltos y pequeños, disgregados por crioturbación, instalándose en los calveros y áreas más despejadas que se intercalan dentro de las comunidades de pastos calcícolas anteriormente citadas.

No debemos olvidar aquí el papel determinante de la cabaña ovina, cuya actividad proporciona las condiciones adecuadas para el desarrollo y mantenimiento de estos calveros tan productivos desde el punto de vista botánico.

Al ser plantas vernales, precoces en su floración pero de ciclo vital muy corto, los taxones componentes de estos pastos efímeros pronto dejan de ser visibles en el páramo, habiéndose marchitado ya a finales de junio la mayoría de los años.

Sin embargo, en años propicios, es habitual una segunda – y hasta una tercera – floración de algunas de estas plantitas anuales que, en función de las precipitaciones, puede prolongarse hasta la estación otoñal.

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